sábado, 29 de mayo de 2010

God of War III

Por: Nacho Ortiz, Nueva York

Ha sido el protegido de Sony durante los últimos cinco años. Una de esas sagas de relativa nueva creación que se han convertido en icono instantáneo para una consola. Ninguna serie ha sufrido tres cambios de director en tres entregas, desde el creador original David Jaffe al cinematográfico Cory Balrog y el hombre de la casa Stig Asmunssen, y ha seguido manteniendo este nivel de excelencia. La conclusión de la cruenta odisea del legendario guerrero espartano llega a su fin, y lo hace inscribiendo su nombre a fuego en las mismas puertas del Olimpo. Llevando hasta él la Gran Guerra, entre Titanes y Dioses, con cuyo arranque concluía Divine Retribution.

God of War III (PlayStation 3)

El ansiado regreso de Kratos lo ha sido aún más por el celo que Sony Santa Mónica ha puesto en este cierre de trilogía y en evitar revelar cualquier detalle sobre la historia. En sus dos años de desarrollo, apenas se ha mostrado el juego a la prensa, que en repetidas ocasiones ha probado la misma demostración, con secciones extendidas. Es por eso que en este texto evitaremos cualquier tipo de destripe. Lamentablemente esto se extiende también a algunos de los objetos, armas y modos que se encontrarán en este viaje sin retorno al monte prohibido. Lo que sí podemos aseverar es que el guión, pese a un par de momentos irregulares que terminan decepcionando, denota que ha sido uno de los puntos que más se ha intentado trabajar, con el objetivo de conseguir un cierre impresionante y a la vez que excitante en sus últimos compases, con giros de guión que mantienen el interés, y a la vez, intentar no diezmar el Olimpo para poder asegurar la continuidad de God of War más allá de la historia de Kratos. Su resultado es satisfactorio, pero podría haber sido más épico.

God of War III (PlayStation 3)

Un breve repaso, a grandes rasgos, del camino que ha seguido Kratos hasta God of War III. Este espartano, implacable en la lucha contra los bárbaros, empieza a tener pesadillas a raíz de una batalla en la que sólo sobrevive él. Su petición de ayuda al Dios de la Guerra Ares para que lo salve de tal desgracia acaba con su alma en manos de la deidad. Después de matar por error a su familia por culpa de Ares, Kratos clamará venganza hasta convertirse en el Dios de la Guerra. Su invocación posterior en la segunda entrega a instancias de un general pondrán al Fantasma de Esparta en contra de los dioses griegos. Harto de la injusticia que éstos infunden al pueblo, Kratos decide tomarse la ley por su mano. Y el próximo objetivo es Zeus. El Monte del Olimpo, el camino a seguir. Aquí empieza el principio del fin.

Como confrontación final, God of War III es épico como las circunstancias requieren. Dioses, Titanes y otras criaturas mitológicas conspiran para suministrar al juego un repertorio inmejorable, conformando un auténtico homenaje a la mitología griega. Ya sea como jefes finales, como mini jefes, simples enemigos, personajes secundarios e incluso escenarios mismos, subiendo la escala hasta rivalizar con Shadow of the Colossus. Todo ello con la inestimable colaboración de la brutalidad que Kratos ha mostrado en esta vendetta teñida de rojo contra Zeus; eventraciones, decapitaciones, mutilaciones y otras aberraciones teñirán la finalización de cada combo y los golpes de gracia de los jefes, de una crueldad tan esperada, como impresionante y familiar al mismo tiempo. La determinación inquebrantable del Espartano proporciona un festín gore sin pudor alguno pocas veces contemplado.

God of War III (PlayStation 3)

Sin duda la presentación es inmejorable, y el punto de partida, prometedor. Los primeros compases del juego mantienen estas altísimas expectativas, con el combate contra Poseidón, en el que vemos a un Kratos pletórico haciendo uso de todo su divino repertorio. De forma similar a God of War II, y utilizando un recurso que hemos visto en varios títulos, la situación acaba dando un giro, y despojándonos de la mayor parte de nuestras impías reliquias y habilidades, y se inicia una nueva progresión en el personaje, que paradójicamente, no supone un lastre para el juego, si no que motiva al jugador a avanzar e incorporar nuevas habilidades a la vez que los retos se integran en una escalada que va de la mano con los nuevos poderes desbloqueados por Kratos.

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